domingo, 29 de mayo de 2011

Te marchaste sin aviso, te busque y no estabas ya, el destino así lo quiso pero tu alma no se ira. Eras mi cómplice en los sueños, sabíamos que un día unidos volaríamos. Sé que tus alas se quedan conmigo, que desde el cielo tu abrazo es mi abrigo; ángel divino me cuidas del mal. Sé que camino con tu compañía, que con tu voz se me encienden los días; aunque tu puerta hoy este más allá te puedo escuchar. Guardo el aire de tu risa que me da felicidad, te recuerdo muy cerca de mí compartiéndome tu paz. Tanta alegría daba verte, quererte no se olvida, aún me llueven lágrimas. En cada libro está escrito tu nombre, en cada verso te siento cantar, tu mano me lleva directo  a tu sombra, yo sé que una noche te voy a encontrar. Te puedo escuchar.

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